jueves, 20 de junio de 2013

Gracias, Lolo

…por compartir tu vida con todos nosotros, especialmente con aquellos que tuvieron el privilegio de verte en acción como futbolista, ya que tu existencia trascendió el deporte.

Me explico: el mensaje a tus hinchas y a los que no lo fueron (suponemos que aficionados del resto de los equipos) se proyecta más allá de los campos deportivos, ya que nuestra sociedad actual tan falta de valores y paradigmas encontró y encuentra en tu persona al ejemplo de humildad, lealtad, respeto al rival, amor familiar y un gran “etc.” de virtudes que te catapultaron a la condición de ídolo legítimo (no como los tantos ídolos de barro que abundan en la actualidad).

"Cómo no voy a quererte", de Jorge Miyagui.
(http://jorgemiyagui.blogspot.com/2013/05/por-los-100-anos-de-lolo-fernandez.html)
Humildad, reflejada en tu sencillez de persona, quien nunca tuvo un desplante ni un signo de soberbia como en los días actuales. Lealtad, a una institución como Universitario de Deportes, aun cuando fuiste muchas veces tentado por dinero a cambiarte de equipo. Respeto al rival, que se manifestaba al no festejar los goles y golazos que hacías porque los considerabas parte de tu trabajo y que no debías humillar a tus rivales. Amor familiar, que se refleja en un detalle: las redecillas que usabas te las hacía tu abuelita y tu mamá, lo cual indica que les tenías mucho cariño y aceptabas las sugerencias de esos seres maravillosos que hemos tenido y tenemos.

Cuántos de estos valores y virtudes nos hacen falta, no solo en nuestros deportistas, sino en toda nuestra sociedad, por lo que tu ejemplo sigue vigente en todos los que amamos el deporte rey que es el fútbol.
No voy a contar tus hazañas, porque los periodistas especializados lo han hecho esta semana, pero permíteme recordar una anécdota personal: no tuve la dicha de verte como futbolista por mi edad: 63 años, pero un día que llegué al Hospital del Empleado a visitar a un amigo (esto me enseñó mi padre, sobre todo cuando el amigo está enfermo) te divisé, Lolo. Venías caminando apoyado en un bastón, tendrías 70 años y pico, y estabas vestido con un saco y una gorra.

Te juro que empecé a temblar, como si hubiese visto a un dios griego, y dudaba si acercarme a ti y, aun más, dirigirte la palabra, ya que pensaba que no me ibas a atender. Pero me atreví y con gran alegría recibí la respuesta a mi saludo y a mi pregunta sobre tu salud. Me dijiste que estabas tratándote de tu rodilla, pero no se imaginan la emoción que me embargaba por haber dialogado con una persona que a mi criterio era inalcanzable por su grandeza. Creo que esta emoción me duró cerca de tres días y se lo contaba a todo aquel que se me cruzara en mi camino.

Gracias, Lolo, por tu vida, tus hazañas deportivas y, sobre todo, por esos valores que legaste a nuestra sociedad, que necesita de hombres con mayúscula, como tú.

Un hincha

Chorrillos, 20 de junio de 2013


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